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UN VIAJE HACIA EL CUIDADO Y LA RESTAURACIÓN EN LA IED JULIO GARAVITO ARMERO

Texto elaborado con la colaboración de Laura Alejandra Rodriguez

Las docentes Carolina Lasprilla y Edilma Ramos, nos cuenta cómo desde el año 2023, los círculos de construcción de comunidad y los círculos restaurativos, impulsados por su participación en el diplomado de CULTIVAR PAZ “Cultura de Cuidado y Justicia Restaurativa en entornos escolares”, han empezado a entrelazarse con la vida diaria de la IED Julio Garavito Armero.

Los Círculos de Construcción de Comunidad, se enfocan en construir y fortalecer las relaciones dentro de la comunidad escolar.

Los Círculos Restaurativos, buscan restaurar los vínculos afectados por un conflicto, promoviendo la reparación del daño y revitalizando las relaciones dentro de la comunidad educativa

En el núcleo de esta transformación se encuentra un liderazgo compartido que late con fuerza. No es una figura solitaria la que guía, sino una sinfonía de voces unidas, en donde la recuperación del espacio verde liderada por una madre y una docente resuena como un testimonio de este liderazgo colaborativo. Cada miembro de la comunidad escolar aporta su grano de arena, contribuyendo a un mosaico colectivo de esfuerzo y dedicación.

“Esto fue con donaciones de negocios que hay alrededor del colegio. El colegio está ubicado en una zona muy comercial, la madre de familia con la profe se fueron: ¿qué nos pueden regalar? estamos haciendo un espacio, ¿qué nos pueden donar? (…) Otra parte fue comprado, se hizo una recolecta entre profes, entre madres de familia, (…) este espacio que ustedes ven fue hecho con las manos literalmente de una comunidad” ( Carolina Lasprilla, coordinadora de preescolar y primaria)

Este espíritu colaborativo ha sido fundamental para fortalecer los vínculos dentro de la comunidad escolar y ha permitido que los valores del cuidado y la restauración se extiendan más allá de los Círculos de Construcción de Comunidad y los Círculos Restaurativos, permeando cada aspecto de la vida escolar.

La IED Julio Garavito Armero ha reconocido y trabajado los desafíos implicados en la pervivencia de ciertas  prácticas punitivas (es decir, enfoques disciplinarios que se centran en el castigo en lugar de la reparación del daño y la restauración de las relaciones), con la meta de avanzar hacia un entorno más cuidador y restaurativo, mediante un diálogo constante entre docentes, estudiantes y familia.  Estos desafíos son asumidos como parte de una travesía hacia el entendimiento mutuo, donde cada obstáculo se convierte en una oportunidad para crecer y aprender juntos.

La creación de un logo de justicia restaurativa, ahora presente en los uniformes de los docentes que han asumido este proyecto en su vida escolar, ha tejido un nuevo sentido de identidad y pertenencia. Además, la inclusión de personas de comunidades indígenas para dirigir círculos de la palabra según su cosmovisión permite mirar este viaje de enriquecimiento mutuo desde la riqueza cultural que atañe nuestra realidad. Es un acto de profundo respeto y reconocimiento a la diversidad que enriquece la experiencia de todos.

“Tuvimos este año una experiencia de un círculo dirigido por una persona que hace parte de la comunidad Muisca, él era padre de una estudiante ex alumna del colegio. Entonces a veces también lo que uno tiene que tener en cuenta, es esa multiculturalidad que hay en las familias y hacerla visible también en estos espacios de círculos, en estos espacios darles visibilidad también a las diferentes formas que hay de entender el mundo y de tener sensibilidad frente a la vida.” (Carolina Lasprilla, coordinadora de preescolar y primaria)

 

“El logo salió de un concurso que hicimos con los niños, entonces hubo muchas propuestas y lo que hicimos fue tratar de poner en abstracto el dibujo que hicieron los niños”

“Uno pensaría que en la mitad está el planeta y resulta que no, en la mitad está una bandeja con la comida que se comparte luego de hacer el círculo”

El respeto y el reconocimiento han trascendido en las relaciones afectuosas entre estudiantes y maestros gracias a los círculos de construcción de comunidad. En preescolar y primaria, estas prácticas han mejorado el ambiente escolar, promoviendo interacciones más respetuosas, además de cultivar habilidades de escucha y comunicación, creando un ambiente donde las interacciones son más cálidas y comprensivas. El espacio verde, conocido cariñosamente como Ohana, se ha convertido en un lugar sagrado de encuentros y compartir, fortaleciendo los lazos afectivos entre todos los miembros de la comunidad educativa. El impacto en el clima y la cultura escolar es palpable, en el que la creación de Ohana y la construcción del logo de justicia restaurativa han infundido en un renovado sentido de pertenencia y comunidad.

“No es solo pensarnos en la importancia de la reunión y las relaciones humanas, sino también la importancia de construir un proyecto en conjunto, en este caso este proyecto fue la recuperación de este espacio” (Carolina Lasprilla, coordinadora de preescolar y primaria)

Incorporar los ideales de cuidado y restauración en todos los niveles de la escuela ha sido una meta ambiciosa, especialmente en bachillerato. Sin embargo, en los niveles más bajos, se ha logrado integrar estos principios de manera significativa. La creación de un semillero de niños en justicia restaurativa es un testimonio de este compromiso, se está plantando las semillas de una cultura de cuidado y restauración en la comunidad escolar desde temprana edad.

“Entonces para nosotros que empezamos la experiencia el año pasado era como uno de los temores de cómo trabajarlo con los niños más pequeños (…) pero contrario a los temores que teníamos ha sido una estrategia muy importante en preescolar (…) notamos que continuamente mejoran sus niveles de escucha, de atención, ósea no solo la parte de convivencia sino también la parte cognitiva.” (Carolina Lasprilla, coordinadora de preescolar y primaria)

Además de la incorporación de ideales de cuidado y restauración, se ha reconocido las preocupaciones existenciales relacionadas con el cambio cultural y pedagógico, lo cual sido esencial para mantener la sostenibilidad de este proyecto; en donde la resistencia de algunos docentes refleja tensiones profundas que necesitan ser abordadas con sensibilidad y apoyo continuo. Aceptar y trabajar con estas preocupaciones es vital para asegurar que sea fluida y significativa la transición hacia una nueva cultura: una cultura de cuidado.

Reflexionar sobre la identidad institucional ha llevado a la IED Julio Garavito Armero a reconocer la importancia de actualizar sus documentos institucionales, integrando la justicia restaurativa en la proyección del plan operativo del colegio, el cual es planteado en un proyecto de tres años. Este año, la institución ha emprendido en la transformación del manual de convivencia, asegurando que las estrategias restaurativas se integren en el debido proceso de convivencia y se reflejan en el nuevo manual el próximo año. 

Además, la institución ha visto la necesidad de seguir fortaleciendo los proyectos individuales de los profesores en torno al cuidado y la restauración. Este apoyo institucional no solo beneficia a los docentes, sino que enriquece a toda la comunidad educativa, creando un ambiente de innovación y crecimiento continuo.

La difusión de estos esfuerzos en los medios de comunicación, a través de la generación de contenidos sobre justicia restaurativa, es esencial. Esto no solo visibiliza el compromiso y progreso de la institución, sino que también inspira a otros a seguir un camino similar, promoviendo una cultura de cuidado y restauración más amplia en la sociedad.

La experiencia de la IED Julio Garavito Armero es una historia de transformación vivida. Es un relato donde cada gesto de cuidado, cada acto de colaboración y cada desafío enfrentado teje una red de relaciones más comprensivas, afectuosas y restaurativas. Aquí, se trata de cultivar paz, de sembrar cada día actos de amor y comprensión para cosechar una comunidad escolar donde la justicia y el cuidado florezcan con fuerza. Estas prácticas han echado raíces profundas, nutriendo un suelo fértil de empatía y colaboración, en el que cada miembro de la comunidad escolar es reconocido como parte de un hilo vital en esta trama, reflejando una contribución comunitaria a un tapiz colectivo de esperanza, renovación y paz.

Texto elaborado con la colaboración de Laura Alejandra Rodriguez

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